29 abril, 2008

Una crónica al Guajiro del Laberinto


Las celebraciones de onomástico son pretextos salvables para recordar hechos y figuras, no siempre difundidos en toda su dimensión y grandeza. Así sucede ahora con Conrado Marrero, quien el pasado 25 de abril llegó nada más y nada menos que a 97 años de edad.
Con más de una entrevista pendiente y el recuerdo más nítido en sus conversaciones con mi bisabuelo —su barbero particular—, la crónica se presenta sola y no son sus palabras bien hilvanadas en el tiempo las protagonistas, sino sus actuaciones convincentes sobre los terrenos de béisbol de Cuba y Estados Unidos.
El Premier, como gustaban decirle algunos, hizo del béisbol un juego festivo e irrepetible desde el box, al tiempo que demostró no haber llegado tarde de edad a ningún torneo (pasados los 35 años lanzó en los campeonatos profesionales), pues tantos resultados excelentes —ganados, perdidos, promedio de carreras limpias y ponches, por sólo citar algunos— y anécdotas por montones borran cualquier comparación.
De Conrado Marrero habrá que hablar siempre en presente, con su tabaco encendido, la sonrisa contagiosa y ese consejo duro y oportuno sobre cómo amar más la pelota. Para él, fruto de una generación que al triunfar la Revolución se mantuvo firme para desarrollar las series nacionales, no hay todavía un último lanzamiento.
Para los más afortunados de la memoria, 97 años de vida entregada a la pasión de todos los cubanos son suficientes para retomar anécdotas y no pocas leyendas del Guajiro del Laberinto, en alusión a su natal sitio de origen.

“Si me metía en complicaciones, trataba de salir. Un pitcher es un artista y su arte consiste en poner outs a los bateadores”, ha declarado más de una vez con la autoridad de su experiencia y el orgullo de ser uno de esos artistas desde el box, tan extinción en el béisbol actual.
Algo sí queda claro como enseñanza para todos los pitchers: “Lo principal en el lanzador es pensar”, dijo al concluir otra entrevista. Y así, entre la historia y lo que pudo haber significado una exclusiva para estas líneas, felicitamos a un grande de todos los tiempos del béisbol cubano, pues Conrado Marrero no necesita ser ubicado en ningún Salón de la Fama. Está en los corazones de todos los cubanos.

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