27 abril, 2008

Olimpiada Cubana: una edad se fue


Este fin de semana dijimos adiós a la cuarta versión de la Olimpiada del Deporte Cubano, un evento que nació —sin discusión— para quedarse en el sistema competitivo de la Isla, aunque será necesario para su propia salud verificar qué pudo salir mejor y cómo hacerla un verdadero espectáculo para toda la población.
Luego de quince jornadas de competencia observamos todavía que la diferencia de calidad entre equipos y figuras por zonas geográficas está más acentuada en algunos deportes que otros. ¿Será tan difícil lograr un equilibrio más justo? Por otra parte, las instalaciones y sedes se volvieron a multiplicar por todo el país, pero eso dificultó, en no pocos casos, una divulgación más intencionada en los medios de comunicación.
La presencia de público creció en comparación con la edición precedente, pero todavía se observan pocos rostros jóvenes en los graderíos, de esos que se inician en el mundo del músculo y sueñan con llegar a ser protagonistas de estas mismas lides.
Más allá de lo que representa para el país un certamen bianual de este tipo, se impone pensar en fórmulas dinámicas que rompan cierta rutina organizativa y concientizar la entrada a la edad de la madurez de estas citas, donde se consoliden muchos aspectos técnico- tácticos.

¿No le restó espectacularidad a la Olimpiada la final de la serie nacional de béisbol? ¿Por qué no motivar más a las escuelas de iniciación deportiva para llenar las instalaciones y aplaudir a los monarcas? ¿A qué se debió el retraso de horarios y las excesivas jornadas en algunos deportes? ¿Qué impide analizar un cambio de fecha para el año bye del ciclo olímpico, en función de aumentar su interés, calidad y mayor presencia extranjera?
Por supuesto, aciertos y atractivos también tuvo. Y muchos. Uno de los fundamentales lo constituyó la presencia de nuestros principales representantes —con no poca rivalidad—, en el camino de su preparación para los Juegos Olímpicos de Beijing. El renacer lento, pero seguro, de la natación; la promoción de nuevas caras en el tiro deportivo, gimnasia, taekwondo y judo, por solo mencionar algunos ejemplos, así como el notable ascenso y calidad de la delegación venezolana, sin dudas, la más fuerte de las presentadas por esa nación en estas justas.
La IV Olimpiada Cubana se despidió de todos con enseñanzas, virtudes y pensamiento dialéctico. Ojalá que la edad dejada atrás sea motivo suficiente para seguir soñando con un evento del que siempre tengamos que hablar en futuro.

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