18 noviembre, 2007

Meditación tras subtítulo mundial de judo


Por tercera ocasión consecutiva (2002, 2006 y 2007) las judocas cubanas finalizaron segundas en una Copa Mundial por equipos, en las que archivan también un trío de coronas (1995, 1997 y 1998). El resultado final frente a China —ganaron dos combates, perdieron cuatro y empataron uno— ha despertado más de un comentario entre sus seguidores.
La idea de organizar esta competencia luego de un campeonato mundial individual y a finales de año obedece más a intereses asiáticos —específicamente de los anfitriones de los Juegos Olímpicos del 2008—, quienes presentaron un equipo de lujo y sólo pudieron superar a la tropa de Veitía a partir de costosas derrotas de la bicampeona del planeta, Yurisel Laborde (78 kg), Yalennis Castillo (70 kg), Idalis Bocourt (+78 kg) y la debutante internacional Susel Mustelier (52 kg).
Yanet Bermoy (48 kg) y Driulis González (63 kg) demostraron con sus victorias en la final que son dos cartas imprescindibles, en tanto la recuperación definitiva de Yurisleidis Lupetey (57 kg) parece evidente, al sacar un meritorio empate a yuko frente a Xu Yan.
Pero la mayor lección de la Copa radica en la importancia de topar con el judo de Asia. De ahí lo provechoso que será el torneo en Quindao, China, el próximo fin de semana; otro en Sudcorea (1-2 diciembre) y la Copa Jigoro Kano, en Japón. Hay divisiones claves o maduras en nuestro conjunto, pero hay otras (52 kg, 70 kg y +78 kg) en las que se necesita madurar todavía en el camino a Beijing.
Para completar lo sucedido en la cita por colectivos, el elenco de Japón se llevó el título entre los hombres al derrotar a Brasil. Los anfitriones y Korea compartieron las medallas de bronce. Aunque Cuba no fue invitada a esta versión varonil, un trío de judocas se unirán a las muchachas en el resto del periplo: Yordanis Arencibia (66 kg), Oreidis Despaigne (100 kg) y Oscar Braison (+100 kg).

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