20 marzo, 2011

¿Quién controla el deporte mundial?


Dos revelaciones de las últimas semanas pusieron sobre el tapete la cara oscura del deporte, de la que muchos medios de comunicación no hablan, pero existe. Lejos de parecer historias de ciencia ficción, lo más preocupante es que todo quede en denuncias y pocas acciones concretas.
“Se ha ganado más dinero en el tráfico de sustancias ilegales que mejoran el rendimiento que en el tráfico de heroína”, dijo el director general de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), David Howman. Días antes, el titular del Comité Olímpico Internacional, Jacques Rogge, había apuntado en Lausana: “Más de 140 millones de dólares se estima que mueven las apuestas ilegales”.

Alarma y no son récords
En un foro de dirigentes del deporte mundial en Budapest, la AMA aseguró que 31 millones de personas recurren a productos ilegales para incrementar su rendimiento físico, la inmensa mayoría sin ningún control médico, lo cual provoca muertes silenciosas en gimnasios y polideportivos imposibles de cuantificar.
Las cifras más alarmantes las dio el propio Howman, en una intervención cargada de datos. “Este comercio factura más dinero que el de la heroína, en concreto 15 mil millones de euros al año”. Puso los ejemplos más puntuales: 700 toneladas de esteroides, 14 mil millones de dosis de anabolizantes; 70 toneladas de testosterona sintética y 34 millones de viales de eritropoyetina (EPO) y hormona del crecimiento.
Como si eso no fuera poco, el pasado 15 de marzo, el titular de la AMA argumentó que lo expuesto semanas atrás no era un invento de su organismo, sino que se trataba de informaciones policiales. “Ellos nos indicaron que el hampa está involucrado en las apuestas y en la distribución de esteroides. Son los mismos tipos, no hay nadie nuevo".
Finalmente, el neozelandés lanzó más leña al fuego al exponer que ninguna disciplina está limpia, “todas están tocadas por el dopaje y existen pruebas de varios intentos de sobornos hacia los encargados de los controles por  miles de dólares”. ¿Cuántos campeones disfrutan hoy sus medallas tras haber comprado  algún examen sospechoso? ¿Qué mecanismo o entidad se necesita para un orden más serio si la AMA, creada en 1999, ya reconoce estas vulnerabilidades?

Dinero ilegal, juego sucio
Si bien es cierto que en el mundo proliferan centros de apostadores para algunas disciplinas, las recientes denuncias del COI y su máxima figura se centran en las apuestas deportivas ilegales, que podrían poner en peligro no solo los Juegos Olímpicos, sino todo el movimiento en su conjunto.
"Hay hechos probados en sumo, en Japón, casos también muy claros en el cricket y en muchos deportes de equipo, en especial el fútbol. Nadie está a salvo, porque además genera corrupción en todas las federaciones, desde el nivel más bajo hasta la cima” recordó el dirigente belga.
En una búsqueda de resolución al problema, responsables de federaciones deportivas, de ministerios que atienden la actividad física en los países más activos contra las apuestas ilegales, representantes de Interpol y empresas de apuestas, decidieron llevar a cabo una acción concertada para apoyar al COI.
Entre las propuestas figuran: identificar métodos eficaces para la cooperación transfronteriza; fortalecer la lucha contra todas las formas de hacer trampa en el deporte; aplicar leyes más severas para los que incurran en esos actos, e insistir en la educación de las nuevas generaciones sobre la necesidad de erradicar tales hechos. 

La nueva hora
A todo lo anterior le han salido más ramificaciones. La actividad del músculo es para muchos magnates un filón cada vez más atractivo para invertir dinero —Carlos Slim en el automovilismo, Berlusconi en el club Milán, por solo poner par de ejemplos—, en tanto no faltan empresas para patrocinar juegos multideportivos, Copas del Mundo o cualquier evento internacional.
La realidad del deporte mundial está regida por una apertura económica desenfrenada, en la cual drogas, tráfico, apuestas, corrupción, muertes e ilegalidades comienzan a crecer de modo preocupante. ¿Y quién controla verdaderamente?  La respuesta es tan cierta que asusta más al futuro que al presente.

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