05 octubre, 2007

Perfecto no, Anier


Ser campeón olímpico no significa un tránsito cualquiera por la historia deportiva del mundo. Se va del anonimato al protagónico, de la ilusión al hecho real, de la tierra al imaginario Olimpo, pero la vida de un atleta —consciente, sin vanidad y además, cubano— sigue siendo entrenamiento, sacrificio, dedicación y entrega.
Anier García, monarca de los 110 metros con vallas en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 y bronce cuatro años después en Atenas —además de varias medallas mundiales y continentales— está otra vez en la pista del Estadio Panamericano en La Habana, ese que le parecía inmenso en 1992 —cuando todavía era escolar— y que ahora se enorgullece de tenerlo a toda hora, aunque falten espectadores para disfrutar de los triunfos.
Sydney y la espina de plata
"La plata en el campeonato mundial de Sevilla, en 1999, era una espina que me propuse sacar en los Juegos Olímpicos de Sydney. Desde aquella fecha entrené fuerte para coger el oro y no otra medalla. ¡No otra medalla! Sabía lo duro que sería la competencia, pero también conocía mis posibilidades. Fallar en la arrancada podía costarme el oro. Sin embargo, todo sucedió perfecto. Fue el título que me dio, además de la popularidad y la fama, la alegría más grande en mi carrera deportiva. Sydney es un capítulo inolvidable que sacó para siempre también la espina de Cuba en estos eventos, pues Alejandro Casañas había sido plata en Montreal 1976 y Moscú, 1980."
Las figuras norteamericanas
"Los Estados Unidos son una potencia en esta especialidad de las vallas cortas, pero nosotros también. Fíjate, en Sydney me escoltaron en el podio dos figuras que no eran favoritas, Terrence Trammell y Mark Crear, lo cual no equivale a decir malos corredores. Todos los años salen varias promesas norteamericanas en las vallas, pero no hay constancia, la mayoría son efímeras. Allen Johnson es una excepción, su profesionalidad admite miles de adjetivos y elogios."
Duelo con Allen Johnson.
"La rivalidad entre él y yo viene desde Sydney. Él no podía creer que había perdido conmigo entonces y me dijo después de la carrera: 'Nos vemos dentro de cuatro años'. La prensa levantó una expectativa tremenda sobre nuestro encuentro en Atenas, y sucedió en cuartos de final. Todos estábamos presionados, pero él parecía más. Incluso, en los calentamientos le advertí que lo tomara con calma, pues lo único que necesitábamos era clasificar entre los tres primeros. Tras suceder una arrancada en falso la cosa se complicó. Debíamos cuidarnos todos porque podían descalificar al próximo que se fuera. Cuando salimos, él perdió el paso dos veces. Por más que trató de equilibrar la carrera, no pudo y rodó por la pista. Al terminar, fui a saludarlo y le expresé mi pesar por lo ocurrido, pues los grandes atletas no merecen perder de esta manera. Sin embargo, las casualidades no están escritas para nadie."
El respeto a Cuba
"Los cubanos nos hemos ganado el mayor respeto en torneos internacionales, porque tenemos tres o cuatro atletas de puntería, que siempre alcanzan o luchan por medallas. Yoel Hernández lo demostró en los Juegos Panamericanos de Winnipeg en 1999 y en Sydney; Emilio Valle fue finalista olímpico, al igual que Erick Batle. Yunier Hernández tiene un título mundial juvenil y el oro en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo. En ocasiones los rivales más peligrosos son mis propios compañeros de equipo."
Un atleta de competencia
"Yo sí requiero competir mucho. Eso me permite conocer a fondo a los contrarios, levantar el ánimo y darme seguridad. Soy un clásico atleta de competencia. De los torneos de mayor envergadura salgo más fortalecido. Es cierto, después del oro olímpico me confíe un poco por la maestría alcanzada sin bajar la guardia. Luego me persiguieron las lesiones, pero pude recuperarme a tiempo, y el bronce de Atenas demostró que todavía hay que contar conmigo."
Antesala de Atenas
"Después de casi dos años de continuas lesiones en la pierna de ataque y pobres resultados en competencias internacionales, hice un trabajo fuerte en los primeros meses del 2004. Los médicos hicieron lo suyo con tratamientos intensivos y de mucha precisión, pues las molestias se extendían más de la cuenta. Mi entrenador, Santiago Antúnez, confió en mis potencialidades siempre. Bajé un poco de peso en los primeros meses y comencé a aumentar los rendimientos poco a poco. Sólo asistí a tres reuniones atléticas antes de los Juegos Olímpicos y los tiempos fueron mejorando de una a otra. En una de ellas declaré que podría hacer 13,20 segundos en Atenas, y aunque no faltaron los escépticos, lo cumplí y regresé con bronce, aunque debo confesarte que la alegría fue comparable a la de Sydney por todo lo vivido para llegar allí."


¿El récord mundial?
"En las vallas cortas la experiencia competitiva es fundamental, y lo he demostrado varias veces. Hace un tiempo atrás pude bajar de los 13 segundos y acercarme al récord mundial. Ahora continúo perfeccionado la arrancada, y quiero que en unos meses todos puedan decir que es lo mejor que tengo, pues ha sido mi punto más vulnerable todos estos años. Batir el récord mundial no me obsesiona, quizás el 2001 o el 2002 fueron momentos idóneos para hacerlo, pero por más que lo intenté no pude conseguirlo."
Festival de vallas.
"En Cuba debe rescatarse el Festival de Vallas. Hacerlo un gran espectáculo. Todo no es competir en el extranjero, pues el nivel nuestro ya exige otras cosas. Imagínate un show aquí en el Estadio Panamericano o en mi provincia. Me gustaría correr en mi tierra, Santiago de Cuba, junto a las estrellas de esta disciplina en el país. La gente desbordaría la instalación escogida, estoy seguro."
Una carrera de Anier
"Es bien difícil describirme corriendo. Salgo bien explosivo, potente, y le voy con todo a la primera valla. Romper la inercia de la arrancada y buscar velocidad en los primeros pasos son elementos técnicos bien complejos por mi masa muscular y estatura. Después de cruzar la quinta valla, vuelo bajito. Tanto es así, que veo casi pegadas la novena y la décima valla, lo cual me obliga a reaccionar rápido, rápido y levantar la pierna de ataque en fracciones de segundos. Muchas veces ni yo mismo sé como lo hago. Luego viene el remate final y la camiseta al aire o al público si gano el oro. Si algunos me identifican o recuerdan por ese último gesto en Sydney, excelente. Con él libero tensiones y emociones."
Sin miedo a las lesiones y al tiempo
"Nunca le he temido a las lesiones, aunque me han perjudicado en más de una ocasión como ya conté. A veces aparecen por despreocupaciones de uno mismo. Debe ser una responsabilidad del atleta cuidarse y ver al fisioterapeuta ante la mínima molestia. El deporte de alto rendimiento exige eso para que lleguen las medallas y los aplausos. A pesar del discreto resultado este año en el campeonato mundial de Helsinki voy a continuar mi carrera como hasta ahora y pienso mantenerme en activo hasta el 2008."
¿Beijing 2008?
“El Comandante en Jefe al felicitarme en el recibimiento a la delegación de Atenas me dijo: 'excelente, al chino lo cogemos en Beijing. Se refería al joven campeón olímpico de 21 años. Sigo entrenando como en mis mejores años. Aún me queda el reto de romper mi marca personal y eso llevará sacrificio y entrega. Sólo si estoy seguro de que puedo discutir una medalla estaré en Beijing. Así ocurrió en Atenas, y traje la medalla, un bronce histórico.”
Entrenador, un hijo y...
"No concibo vivir sin las vallas, el deporte y desde el 30 de mayo del 2004 sin mi hijo, Anier. Ser entrenador en el futuro me permitirá transmitir los secretos de esta prueba a otros y disfrutar perennemente de los éxitos. Además, el ejemplo de Santiago Antúnez, mi preparador principal, no admite otra decisión. La familia crecerá cuando se pueda. Soñaba con tener un niño varón y ya lo tengo. Él será lo que desee, aunque sí, me gustaría que estuviera vinculado al deporte.”
Confesiones íntimas.
"Alrededor de mis medallas han tenido que ver muchas personas, y eso no se olvida. Mi familia, en especial, mi hijo Anier, de meses cuando competí en Atenas. También los médicos, los fisioterapeutas, y sobre todo los amigos que tanta esperanza y confianza tuvieron en mi recuperación. Ese entrenador que jamás habló de una derrota y mucha gente del pueblo que me paraba en las calles para preguntarme cómo me sentía para Atenas.”
¿Perfecto?
“No, nada de perfecto. Aún puedo emplearme más a fondo en los entrenamientos y perfeccionar la técnica. Prefiero que me digan Anier, campeón. Y que me quieran como lo que soy, un cubano más."
Nadie se llamó a engaño. Ser campeón olímpico no es un tránsito cualquiera por la historia deportiva del mundo. Anier García lo contesta a diario.

No hay comentarios: