La salida ilegal y silenciosa hacia un país del Caribe —se presume Haití o República Dominicana— del primera base cienfueguero José Dariel Abréu, la última reunión entre representantes de la Major League Baseball (MLB) y la Confederación de Béisbol del Caribe, así como la visita de 10 jugadores retirados de Industriales a Miami para celebrar los 50 años de esa escuadra son strikes de un largo juego que anda entre nosotros y demanda información, análisis y más de un comentario.
El
béisbol moderno difiere del de épocas anteriores, entre muchas cosas, por su
concepto de espectáculo con ganancias exorbitantes. Las ligas profesionales de
las principales potencias de este deporte, específicamente la de Estados
Unidos, se nutrieron siempre de jugadores de otras naciones con salarios que no
podrían ni pueden pagar aún los países pobres que alimentan en mayoría ese
circuito. Más de 7 mil millones de dólares anuales genera solo la MLB, poderosa
y clara señal que hablamos de una pelea de león contra ..., sin comparación
incluso con muchos otros deportes.
Para
nadie es un secreto que nuestras limitaciones económicas, el asedio obstinado
de los cazatalentos o scouts dentro y fuera del país, las insuficiencias en las
atenciones culturales y personales a muchos deportistas, así como la propia
realidad cambiante de la sociedad —apertura migratoria, diferencias visibles de
ingreso, etcétera— son causas latientes, entre otras, que no justifican, pero
sí han acelerado los abandonos y deserciones de peloteros de nuestras
delegaciones, como se constata en ejemplos recientes.
Inserción: ¿solución
mágica?
Luego
del triunfo revolucionario y la desaparición del béisbol profesional para dar
paso a nuestras Series Nacionales, hemos acumulado muy poca experiencia de contratación en el exterior de
nuestros peloteros. La más recordada —con matices fatales— fue el retiro masivo
de casi 100 jugadores en la década de los 90 del siglo pasado como condición
para jugar en Japón, Colombia, Nicaragua, México, entre otros países.
Los
primeros pasos dados en meses recientes con Michel Enríquez, Yordanis Samón y
Alfredo Despaigne en la liga profesional mexicana demostraron que es posible
hacerlo de otra manera, más efectiva y diferente. La directriz fundamental en el futuro pudiera
resumirse en preservar una serie nacional con la mayor calidad posible y establecer
bases jurídicas para una inserción posterior a su culminación en ligas de
América o sus similares de Asia.
Por
supuesto, esas acciones por sí solas no detendrán el fenómeno que hoy preocupa
a todos y que cálculos conservadores ubican en alrededor de los 300 peloteros
fuera del país entre todas las categorías, pues siempre habrá propuestas
millonarias —made in MLB— que socaven a más de uno. Pero rompería la inercia,
el pantano del que es urgente salir para no seguir desangrándonos de jóvenes
talentos e ídolos de la afición.
De
una vez y por todas digamos que la necesaria e inteligente apertura
internacional —complementada con mejoras salariales en nuestro pasatiempo
nacional— no puede ni podrá apuntar nunca hacia las llamadas Grandes Ligas
estadounidenses por razones políticas y de principios.
Las
leyes de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) perteneciente al
Departamento del Tesoro de Estados Unidos no permiten pagarle un centavo a
ningún pelotero cubano si no se produce la ruptura con su Gobierno y país. Otra
expresión, sin teque, del bloqueo y su política enfermiza contra nuestra
Revolución.
El
salario de 42 millones al cienfueguero Yasiel Puig o los 60 millones que se
rumora podrían ofrecerle a Abréu son sumas contra las que solo es posible
contraponerles valores acendrados desde la familia, desde la cuna, desde esa humildad que, sin dejar de
aspirar a mejoras materiales no concibe renunciar a su patria, al aplauso in
situ de su gente, ni al calor humano de su pueblo.
Serie del Caribe:
¿permiso ahora?
El
pasado 11 de junio, el presidente de la Confederación de Béisbol del Caribe
(CBC), Juan Francisco Puello, anunció en La Habana, el regreso de Cuba a la
Serie de Caribe para la versión en Isla Margarita, Venezuela, en febrero del
2014. Con el triunfo de Villa Clara hace unos meses se concretó el equipo que
nos representará.
Sin
embargo, en los primeros días de agosto, el panorama se enrareció con una carta
de la vicepresidenta superior de operaciones del béisbol de MLB, Kim Ng,
filtrada con toda intención a la prensa, en la cual instaba a la CBC a romper
su acuerdo con Cuba y retirar la invitación de regresar al torneo regional, del
que fuimos fundadores en 1949 con siete títulos conquistados.
Pocos
días después se efectuó la reunión de trabajo programada entre los directivos
de la MLB y la CBC para, en esencia, discutir la renovación del Winter League
Agreement (WLA) —Acuerdo de Liga Invernal—, que permite a los jugadores
caribeños pertenecientes a Grandes Ligas participar en las respectivas ligas de
las naciones que integran la CBC: México, República Dominicana, Venezuela y
Puerto Rico.
La
MLB planteó que para renovar el WLA cada una de sus 30 organizaciones podrán
negarles jugar en las diferentes ligas a cuatro peloteros adicionales a los que
califiquen en la cláusula o lista de fatiga extrema, instaurada desde 1998 para
impedir la presencia en torneos nacionales de esos atletas por enfermedad,
incapacidad física, lesión o fatiga extrema a partir de parámetros como inning
jugados, turnos al bate, entre otros.
"Intentamos
bajar de cuatro a uno por equipo para que sean 30 y no 120. Es un daño igual,
pero menos grave", declaró Oscar Prieto Párraga, presidente de la Liga
Venezolana de Béisbol Profesional, quien adelantó que el nuevo WLA se pretende
que cubra los próximos cinco años, con la posibilidad de extenderse dos años
más, por lo que podría tener una vigencia hasta el 2021.
Omar
Canizales, presidente de la Liga Mexicana del Pacífico, acotó que
"realizamos un borrador de trabajo que en unos días podrá estar listo” y
aclaró algunos elementos discutidos sobre nuestra inclusión en la Serie del
Caribe. “En el caso de Cuba nos dejaron claro que las leyes de los Estados
Unidos establecen un proceso para que alguna organización del país, en este
caso MLB, pueda tener una relación directa o indirecta con Cuba".
"Ahora
estamos en el proceso técnico para poder conseguir la licencia respectiva que
permita dicha relación", agregó Canizales, lo cual fue refrendado días posteriores por Puello,
quien se mostró optimista de obtener una respuesta positiva, tal y como ha
sucedido para la participación cubana en los tres Clásicos Mundiales.
Es
oportuno aclarar que esas autorizaciones de la OFAC llegaron a la MLB para los
clásicos, pero no cobramos ni un centavo de las ganancias obtenidas en la segunda
y tercera edición, al tiempo que en la primera fueron donadas a damnificados
del huracán Katrina.
Estamos,
sin duda, en presencia de una posición de fuerza y de procedimientos legales
con matices políticos. Vincular el WLA con la asistencia de Cuba a la Serie del
Caribe es, en buena medida, una forma de chantajear la voluntad de la CBC de
invitarnos a ese certamen, a pesar de que no exigimos para regresar a esa justa
beneficios de ningún tipo del WLA.
Hasta
tanto no se niegue ese permiso solicitado, Villa Clara es nuestra carta de
triunfo para la venidera Serie del Caribe y así debe entenderse. Si se
impusiera la tozudez y prepotencia del gobierno estadounidense ante los
argumentos expuestos por la CBC, ¿alguien les cantará el tercer strike por una
exclusión absurda y en la que no tenemos ninguna responsabilidad?
Azules en Miami
Odiados
por muchos y bendecidos por otros —más allá de La Habana—, Industriales es, sin
duda, el equipo más perdurable de la pelota cubana del último medio siglo, con
12 coronas en sus vitrinas y una historia que atraviesa también la mayor
cantidad de jugadores emigrados, no todos con éxito en ligas profesionales
foráneas.
A
partir de una iniciativa del empresario Alejandro Cantón, presidente de la
organización Somos Cuba, con sede en Miami, desde el pasado 12 de agosto se
encuentran en ese territorio 10 veteranos de los llamados “azules” para
celebrar los polémicos 50 años de creado ese equipo. Debemos recordar que el nombre apareció en la serie regional
occidental de 1961, pero el 10 de febrero de 1963 es que irrumpe en las Series
Nacionales.
Pedro
Medina, Juan Padilla, Enrique Díaz, Javier Méndez, Armando Capiró, Antonio
González, Lázaro Vargas, Armando Ferreiro, Lázaro Valle y Rey Vicente Anglada
fueron invitados a jugar tres encuentros en Tampa (23 y 24) y el 31 en la
controvertida urbe floridiana, contra figuras de los propios Industriales u
otras que salieron del país por diferentes vías y residen en Estados
Unidos o en otras naciones.
El
intercambio no tiene relación alguna con el INDER ni el gobierno cubano, en
tanto responde a los nuevos tiempos que corren de acercamiento, respeto y lazos
de amistad, más allá de la diferencia ideológica y las decisiones de vida de
cada quien. Incluso, fueron invitados más peloteros, pero razones personales o
de trabajo limitaron la lista a estos diez.
La
algarabía mayor comenzó precisamente cuando recalcitrantes enemigos de la
Revolución criticaron el proyecto al no poderlo convertir en otro instrumento
de sus campañas. Acusaron de comunistas a Javier y a Padilla por el incidente
ocurrido en Winnipeg 1999 —cuando un mercenario interrumpió un juego de la
selección nacional con un cartel provocador—, y presionaron para que la
Universidad Internacional de la Florida no sirviera de sede a los partidos
iniciales, previstos para el 10 y 11 de agosto.
Lejos
de valorar lo positiva o desacertada, lo valiente o incómoda de esta idea, lo
importante es el ambiente beisbolero y civilizado que ha rodeado esta visita.
Quizás, la deuda pendiente quede con el Latinoamericano y su afición, cuartel
general de ese equipo, donde pudiera organizarse en el futuro la celebración
más merecida por esas cinco décadas de
vida y éxitos.
Béisbol sin ponches
Nuestro
pueblo sabe de sobra que en ninguno de estos temas la última palabra está
dicha. Cualquier solución aplicable tendrá siempre un margen de tiempo, no tan
rápido y fácil como muchos creen, aunque, insisto, lo imperdonable sería
continuar por los mismos cauces y atacar consecuencias en lugar de causas.
¿Alguien
cree que Linares, Pacheco, Kindelán, Germán, Gourriel etc, no sabían ni querían
probar su innegable calidad como peloteros en ligas profesionales? ¿Es solo que
las épocas son distintas o que la economía prevalece por encima de otros
valores? ¿Insertarse bajo contratos justos para el atleta y el país frenará
totalmente el fenómeno?
Son
preguntas intencionadas para reflexionar
y que lejos de conclusiones, nos lleven a defender el béisbol cubano,
patrimonio cultural y social, pasión y vida de este pueblo.
1 comentario:
Te felicito Joel por tu honestidad y objetividad, en principio me extrañó un trabajo así en la prensa plana, pero parece que son otros los tiempos. Comparto tus criterios y creo que pueden ayudar a este momento de "cambios" necesarios para el deporte cubano.
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