Cuando se organizaba el primer Clásico Mundial de Béisbol, pocos dudaban que Cuba faltaría a la cita, sin embargo, muchos sí preguntaban: ¿podrán esos peloteros, campeones mundiales y olímpicos, ganarle a quienes jugaban en las mejores ligas profesionales del planeta? Siete años después, nuestra selección es una invitada de lujo y nadie puede quitarle lo ganado.
Sin ánimo triunfalista, pero sí con la exposición de lo sucedido como mejor argumento, nuestro conjunto no solo es uno de los cuatro que ha podido subir al podio, sino que es la tercera con más partidos exitosos (9), solo superado por Japón y Sudcorea, ambos con 12, en tanto Venezuela suma la misma cantidad de triunfos, pero archiva peor balance general, al compilar bronce (2009) y séptimo escalón; por plata (2006) y sexto de los antillanos.
En un torneo sin enemigos pequeños, los éxitos han sido bien disfrutados y peleados contra Panamá, Holanda, Puerto Rico, Venezuela y Dominicana en la primera versión, en tanto tres años más tarde hicimos lo mismo frente a Sudáfrica, Australia y par de veces con México. Las cinco derrotas sufridas han sido tres con Japón y una per cápita frente a los propios boricuas y quisqueyanos.
Para que se tenga una idea de la calidad exhibida —al margen de las insatisfacciones que podamos tener, sobre todo en los pleitos contra los nipones—, Cuba está por encima de potencias tradicionales como Estados Unidos, México, Canadá, Taipei de China, Australia, y los ya mencionados Puerto Rico y Dominicana.
Números y nombres: Cepeda, Cepeda y Cepeda
Si bien el 2006 fue una experiencia inolvidable, las estadísticas muestran que ese subtítulo estuvo acompañado, en el lado positivo, de 79 indiscutibles, ocho jonrones, 12 dobles y 44 carreras anotadas para un average colectivo de 283, el cuarto mejor de la lid.
Dentro de lo negativo, fuimos quienes más ponches recibimos (51), a los que más carreras le hicieron (43, de ellas 33 limpias) y más descontrol desde el box con 41 bases por bolas. A la defensa cometimos 11 pifias, una cifra demasiada alta para ocho pleitos del más alto nivel.
A pesar de no haber vencido el obstáculo japonés —por partida doble, con dos lechadas incluidas—, la actuación del 2009 resultó superior a la anterior en casi todo. Once cuadrangulares, el segundo mejor average (313) de la lid, un aceptable 3,81 promedio de carreras limpias y apenas tres marfiladas.
Con el madero, el matancero Yoandry Garlobo se robó el show hace siete años (25-12 para 480). Salió de emergente y desde entonces se ganó la titularidad, sin embargo, el espirituano Frederich Cepeda se confirmó a puro talento como el más estable y preparado de los peloteros cubanos para una justa como esta, llena de momentos tensos en los que fallar cuesta una medalla.
Cepeda compila en dos participaciones un asombroso promedio de 440 (50-22), con cinco vuelacercas, igual cantidad de dobles, 10 anotadas y 18 impulsadas. Otros bien conocidos y polémicos: Yulieski Gourriel (57-17- 298 AVE), Ariel Pestano (44-10 - 227) y Michel Enríquez (54-13 – 241) han aportado a la causa, aunque sin toda la felicidad que hubiesen querido ellos y nosotros.
En el caso propiamente del espirituano resalta su característica de ambidiestro, la correcta selección de los lanzamientos para conectarle y el cuidado extremo que ya ponen los serpentineros cuando él entra a la caja de bateo. Sin duda, ha sido el más temible bateador cubano en los dos Clásicos, lo cual será aprovechado en esta ocasión por el mentor Víctor Mesa.
Solo él, Yulieski y el zurdo Norberto González tienen el honor de estar por tercera ocasión en una fiesta como esta, lo cual constituye un privilegio también para el equipo, pues no llegan a 20 los jugadores que exhiben ese palmarés entre los 448 inscriptos el pasado 20 de febrero en las oficinas de los organizadores.
Estelares en el box
Solo dos lanzadores, santiagueros por demás, acumulan dos triunfos en este magno evento: Ormari Romero (2006) y Norge Luis Vera (2009), en tanto han sobresalido también Pedro Luis Lazo y Yadel Martí, ambos con una sonrisa y dos juegos salvados. Imposible de olvidar tampoco el éxito de Ismel Jiménez, en un relevo de leyenda contra Australia en la pasada edición.
Lazo también tiene la punta de los ponches (13) y es el que más ha trabajado (15,2 entradas y cinco juegos lanzados). Él mismo reconoció que sus actuaciones frente a Venezuela y Dominicana en el 2006 son lo más grande que le ha ocurrido en su carrera deportiva. Y todavía muchos no podemos olvidar, es como un sello en nuestras memorias.
Como cuerpo de serpentineros, también estuvimos más efectivos en el 2009, al regalar solo 22 boletos por 41 en la primera versión, permitir solo 24 carreras por 43 y ponchar a 53 rivales por 51, todo esto, por supuesto, en menos inning (52 por 74). En resumen, desde el box, con excepción del nocao recibido de Puerto Rico en la etapa inicial del primer Clásico, todos han cumplido un papel decoroso.
El reto en casa del trompo
La nómina actual solo cuenta con diez repitentes de estas justas. A los ya mencionados Cepeda, Gourriel y Norberto debemos agregar Eriel Sánchez (2006 y 2013), Yosvany Peraza (2009 y 2013), Alfredo Despaigne (2009 y 2013), Yadier Pedroso (2006 y 2013), Vladimir García (2009 y 2013), Ismel Jiménez (2009 y 2013) y Danny Betancourt (2009 y 2013).
Para los 18 debutantes la historia cuenta por lo que harán, no por lo hecho anteriormente. Jóvenes como José Dariel Abreu, Erisbel Arruebarruena, José Miguel Fernández, Alexei Bell, Freddy Asiel Álvarez, Guillermo Heredia y Yasmani Tomás, por solo mencionar algunos, pueden ser protagonistas de una nueva hazaña: llegar a semifinales en San Francisco, California.
Y decir esta penúltima fase significa haber vencido el valladar asiático de eliminar a uno de los grandes de estos eventos: Japón o Sudcorea, pues solo dos boletos saldrán de ese continente, donde Cuba pretende bailar, aunque sea la casa del trompo.
Convencidos están los muchachos y toda la dirección del equipo que el reto es tan alto, pero muy similar a la primera ocasión cuando muchos dudaban que pudiéramos ganarle a los mejores peloteros profesionales del planeta y lo hicimos. Desde este 3 de marzo, Fukuoka y La Habana tendrán una conexión televisiva y espiritual. El béisbol será el máximo responsable y todos confiamos en nuevas pasiones, triunfos y hazañas.
Sin ánimo triunfalista, pero sí con la exposición de lo sucedido como mejor argumento, nuestro conjunto no solo es uno de los cuatro que ha podido subir al podio, sino que es la tercera con más partidos exitosos (9), solo superado por Japón y Sudcorea, ambos con 12, en tanto Venezuela suma la misma cantidad de triunfos, pero archiva peor balance general, al compilar bronce (2009) y séptimo escalón; por plata (2006) y sexto de los antillanos.
En un torneo sin enemigos pequeños, los éxitos han sido bien disfrutados y peleados contra Panamá, Holanda, Puerto Rico, Venezuela y Dominicana en la primera versión, en tanto tres años más tarde hicimos lo mismo frente a Sudáfrica, Australia y par de veces con México. Las cinco derrotas sufridas han sido tres con Japón y una per cápita frente a los propios boricuas y quisqueyanos.
Para que se tenga una idea de la calidad exhibida —al margen de las insatisfacciones que podamos tener, sobre todo en los pleitos contra los nipones—, Cuba está por encima de potencias tradicionales como Estados Unidos, México, Canadá, Taipei de China, Australia, y los ya mencionados Puerto Rico y Dominicana.
Números y nombres: Cepeda, Cepeda y Cepeda
Si bien el 2006 fue una experiencia inolvidable, las estadísticas muestran que ese subtítulo estuvo acompañado, en el lado positivo, de 79 indiscutibles, ocho jonrones, 12 dobles y 44 carreras anotadas para un average colectivo de 283, el cuarto mejor de la lid.
Dentro de lo negativo, fuimos quienes más ponches recibimos (51), a los que más carreras le hicieron (43, de ellas 33 limpias) y más descontrol desde el box con 41 bases por bolas. A la defensa cometimos 11 pifias, una cifra demasiada alta para ocho pleitos del más alto nivel.
A pesar de no haber vencido el obstáculo japonés —por partida doble, con dos lechadas incluidas—, la actuación del 2009 resultó superior a la anterior en casi todo. Once cuadrangulares, el segundo mejor average (313) de la lid, un aceptable 3,81 promedio de carreras limpias y apenas tres marfiladas.
Con el madero, el matancero Yoandry Garlobo se robó el show hace siete años (25-12 para 480). Salió de emergente y desde entonces se ganó la titularidad, sin embargo, el espirituano Frederich Cepeda se confirmó a puro talento como el más estable y preparado de los peloteros cubanos para una justa como esta, llena de momentos tensos en los que fallar cuesta una medalla.
Cepeda compila en dos participaciones un asombroso promedio de 440 (50-22), con cinco vuelacercas, igual cantidad de dobles, 10 anotadas y 18 impulsadas. Otros bien conocidos y polémicos: Yulieski Gourriel (57-17- 298 AVE), Ariel Pestano (44-10 - 227) y Michel Enríquez (54-13 – 241) han aportado a la causa, aunque sin toda la felicidad que hubiesen querido ellos y nosotros.
En el caso propiamente del espirituano resalta su característica de ambidiestro, la correcta selección de los lanzamientos para conectarle y el cuidado extremo que ya ponen los serpentineros cuando él entra a la caja de bateo. Sin duda, ha sido el más temible bateador cubano en los dos Clásicos, lo cual será aprovechado en esta ocasión por el mentor Víctor Mesa.
Solo él, Yulieski y el zurdo Norberto González tienen el honor de estar por tercera ocasión en una fiesta como esta, lo cual constituye un privilegio también para el equipo, pues no llegan a 20 los jugadores que exhiben ese palmarés entre los 448 inscriptos el pasado 20 de febrero en las oficinas de los organizadores.
Estelares en el box
Solo dos lanzadores, santiagueros por demás, acumulan dos triunfos en este magno evento: Ormari Romero (2006) y Norge Luis Vera (2009), en tanto han sobresalido también Pedro Luis Lazo y Yadel Martí, ambos con una sonrisa y dos juegos salvados. Imposible de olvidar tampoco el éxito de Ismel Jiménez, en un relevo de leyenda contra Australia en la pasada edición.
Lazo también tiene la punta de los ponches (13) y es el que más ha trabajado (15,2 entradas y cinco juegos lanzados). Él mismo reconoció que sus actuaciones frente a Venezuela y Dominicana en el 2006 son lo más grande que le ha ocurrido en su carrera deportiva. Y todavía muchos no podemos olvidar, es como un sello en nuestras memorias.
Como cuerpo de serpentineros, también estuvimos más efectivos en el 2009, al regalar solo 22 boletos por 41 en la primera versión, permitir solo 24 carreras por 43 y ponchar a 53 rivales por 51, todo esto, por supuesto, en menos inning (52 por 74). En resumen, desde el box, con excepción del nocao recibido de Puerto Rico en la etapa inicial del primer Clásico, todos han cumplido un papel decoroso.
El reto en casa del trompo
La nómina actual solo cuenta con diez repitentes de estas justas. A los ya mencionados Cepeda, Gourriel y Norberto debemos agregar Eriel Sánchez (2006 y 2013), Yosvany Peraza (2009 y 2013), Alfredo Despaigne (2009 y 2013), Yadier Pedroso (2006 y 2013), Vladimir García (2009 y 2013), Ismel Jiménez (2009 y 2013) y Danny Betancourt (2009 y 2013).
Para los 18 debutantes la historia cuenta por lo que harán, no por lo hecho anteriormente. Jóvenes como José Dariel Abreu, Erisbel Arruebarruena, José Miguel Fernández, Alexei Bell, Freddy Asiel Álvarez, Guillermo Heredia y Yasmani Tomás, por solo mencionar algunos, pueden ser protagonistas de una nueva hazaña: llegar a semifinales en San Francisco, California.
Y decir esta penúltima fase significa haber vencido el valladar asiático de eliminar a uno de los grandes de estos eventos: Japón o Sudcorea, pues solo dos boletos saldrán de ese continente, donde Cuba pretende bailar, aunque sea la casa del trompo.
Convencidos están los muchachos y toda la dirección del equipo que el reto es tan alto, pero muy similar a la primera ocasión cuando muchos dudaban que pudiéramos ganarle a los mejores peloteros profesionales del planeta y lo hicimos. Desde este 3 de marzo, Fukuoka y La Habana tendrán una conexión televisiva y espiritual. El béisbol será el máximo responsable y todos confiamos en nuevas pasiones, triunfos y hazañas.
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