Consciente de que el título moverá criterios encontrados, no
puedo esconder el vaticinio que piden muchos aficionados sobre un favorito para
el trono de la LI Serie Nacional de Béisbol, tras cerrar los cuartos de final
con la clasificación de Ciego de Ávila, autor de otra remontada (iba perdiendo
1-3) sobre Las Tunas, tal y como hicieron los yumurinos frente a Sancti
Spíritus.
Sin duda, ha sido una postemporada atípica —y no solo por
las lluvias que alargaron el calendario— sino porque por vez primera tres de
los cuatro match en esta fase se definieron en siete juegos. Solo la tropa azul
de Lázaro Vargas liquidó en cinco desafíos a Cienfuegos, que dejó a su afición
con una herida profunda tras el tercer lugar del pasado año.
Del conjunto sensación, Matanzas, se ha escrito con el mismo
orgullo y entusiasmo que sus jugadores impusieron sobre el terreno. Víctor Mesa
cumplió la promesa de jugar béisbol hasta el delirio y para ello contó con
Jorge Alberto Martínez, toda concentración y sinónimo de victoria en el box
frente a una selección espirituana que no acaba de encontrar los “corazones”
para ganar el juego bueno.
El duelo Granma-Villa Clara demostró cuánto puede lograr un
elenco cohesionado y motivado por un objetivo. Si bien el corrido de las bases,
la mecánica técnico-táctica y el pitcheo dejaron lagunas de inconformidad para
los seguidores de los “alazanes”, lo cierto es que aprovecharon todas las
deficiencias de sus rivales y como reza un refrán popular: “las carreras que no
hagas, te las hacen”.
Finalmente, los actuales subcampeones nacionales, sacaron
las garras propias de los “tigres” y se apoyaron en dos lanzadores gigantes
Vladimir García y Yander Guevara para cortarles la inspiración a unos tuneros,
que batearon solo 219 —el más bajo de los ocho conjuntos—, al tiempo que veían
una tropa avileña capaz de impulsar casi el 30 % de los corredores en posición
anotadora.
Y todo empieza de
nuevo
Desde este miércoles, las semifinales mostrarán un remake de
la pasada edición en el Este, en tanto dos conjuntos que nunca han peleado
entre sí en estas rondas decisivas lo harán por el cetro del Oeste. Quizás,
para los desconocedores del béisbol resulte extraño que solo uno de los
llamados equipos históricos, Industriales, esté en esta pelea, pero no por eso
será menos seguida y emocionante.
Entre avileños y granmenses los primeros salen con lógico
criterio de favoritos, no solo por el dominio total en la etapa clasificatoria
(5-1), sino porque su defensa es superior (a pesar de lo mal que lucieron contra
Las Tunas), el pitcheo es más seguro y cuentan con una de las mejores líneas
centrales del país. No quiere decir con eso que la tropa de Indalecio
Alejándrez sea un paseo, pues bateo de largo alcance, ímpetu y gallardía sobre
el terreno les sobra. Falta por ver si son suficientes para avanzar a su
primera discusión de título en 51 series nacionales.
Con estilos de juegos muy similares, “leones y cocodrilos”
deben pelear y morder los nervios de miles de aficionados de ambas provincias
—y quizás un poco más allá—, quienes ven a estos elencos como los más
integrales para ganar el gallardete final. Vargas apostará a la experiencia,
constancia y maestría de una selección que archiva desde el 2003 cuatro de sus
12 títulos.
Sus rivales deben forzar el enfrentamiento hasta un sexto o
séptimo partido en sus predios del Victoria de Girón, aunque su bronce ya sabe
a gloria luego de 20 años sin subir al podio. Si Yohan Hernández logra
reencontrar su paso ganador de la clasificatoria y la ofensiva descifra el
hermetismo de los lanzadores azules en esta postemporada (1,80 promedio de
carreras limpias), no pocas sorpresas pudieran escribirse.
Sea cual sea el triunfador del Occidente, por cuarta ocasión
consecutiva en nuestros clásicos beisboleros el sol pudiera salir por el Oeste,
donde se aprecia más luz, más talento y menos improvisación. Usted tiene todo el
derecho a pensar diferente y a soñar. Esa es la pelota.
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