Podría parecer un tema paradójico si tomamos en cuenta lo que muchas naciones siguen haciendo hoy en pos solo de obtener medallas y campeones, de liderar tablas finales en citas a cualquier nivel, en la mayoría de los casos sin acceso pleno de la población a la actividad física, sin concebirla entre sus prioridades como sociedad o Estado.
Sin embargo, el concepto Deportes para Todos (DPT) resulta clave para entender la dimensión de lo que un pueblo puede alcanzar si hace del deporte un componente fundamental de su calidad de vida, en una relación armónica de las capacidades corporales e intelectuales dentro de un marco cultural-estético.
Antecedentes históricos desde el Barón Pierre de Coubertin, la materialización cubana de ese concepto en estos 50 años -enarbolado por Fidel desde el propio triunfo de la Revolución-, y la necesidad de comprenderlo en el contexto actual sin que signifique renunciar a lo alcanzado, son ideas que merecerían cada una un artículo mucho más extenso que las siguientes líneas.
Sin embargo, el concepto Deportes para Todos (DPT) resulta clave para entender la dimensión de lo que un pueblo puede alcanzar si hace del deporte un componente fundamental de su calidad de vida, en una relación armónica de las capacidades corporales e intelectuales dentro de un marco cultural-estético.
Antecedentes históricos desde el Barón Pierre de Coubertin, la materialización cubana de ese concepto en estos 50 años -enarbolado por Fidel desde el propio triunfo de la Revolución-, y la necesidad de comprenderlo en el contexto actual sin que signifique renunciar a lo alcanzado, son ideas que merecerían cada una un artículo mucho más extenso que las siguientes líneas.
En sus Memorias Olímpicas, Coubertin expresó con claridad su postura sobre el DPT: "El deporte no es un artículo de lujo, no es una ocupación para ociosos ni una compensación por el trabajo intelectual. El deporte es una fuente de perfeccionamiento interno para cada persona... es un regalo irremplazable que le es dado a todos en igual medida... ya que, por naturaleza, todas las razas disponen del deporte como de algo propio y en igualdad de derecho".
En buena parte de sus escritos, el llamado padre del olimpismo moderno estableció cuatro condiciones para desarrollar este concepto: motivación suficiente, facilidad de asimilación, realización económicamente moderada y posibilidad de llevarlo a cabo toda la vida. Más allá de no tener apoyo mayoritario en el naciente Comité Olímpico Internacional (COI), logró introducir muchas de esas ideas en los congresos del organismo de esos años.
Ya en 1896, en El Havre, figuraron en el centro de las discusiones las cuestiones básicas de la educación física, especialmente en el ámbito escolar. Esa inquietud fue mucho más notable en Bruselas, 1905, cuando se trataron las cuestiones del deporte femenino, el ejercicio físico en zonas rurales, áreas metropolitanas y ámbitos pedagógicos especiales, como la educación social y penitenciaria.
A lo largo de su trayectoria como dirigente deportivo, Coubertin no se cansó de mencionar una frase guía: "olimpizarse significa ser feliz", es decir, derecho de todos a la práctica deportiva, diversidad de actividades sin otorgarle preferencias a ninguna y elección libre de cómo, para qué y cuándo quiera hacerlo. La dinámica del COI en los años posteriores se apartó algo de ese camino, sobre todo con la desmedida comercialización y el creciente profesionalismo.
Giros, miradas, esencia
Hasta la década del 70 del siglo pasado, el precepto internacional que regía el DPT -con mucha influencia de Europa tras la Segunda Guerra Mundial- concebía dos formas de materializarse. La primera, englobaba la práctica a nivel popular de todos los deportes, olímpicos y no olímpicos, en la que el rendimiento individual no era lo más importante en el nivel inferior o medio. No obstante, la función de enlace con el deporte de élite o de alto rendimiento estaba garantizada. En muchos países del otrora campo socialista se enraizó ese estilo.
La segunda, concebía múltiples actividades deportivas, desde la infancia hasta una edad avanzada, en las cuales coincidieran elementos del deporte de competición y formas tradicionales de juego, pero también disciplinas y modos de ejercitarse de nueva creación. No está prevista la medición formal del rendimiento, aunque en algunos espacios no se excluyen, por ejemplo, carreras, natación, marcha, pruebas ciclistas populares, etcétera.
Este último ámbito ha pasado a un primer plano en años recientes, impulsado, en gran medida, por la Federación Internacional de Deporte para Todos -nacida en 1982- y la constitución de una Comisión con similar nombre en el seno del COI desde 1983. Ambas entidades han fomentado la mayor cantidad de acciones destinadas a promover la participación en el deporte como un juego de orientación lúdica y placentera.
Cuba: Fidel, derecho, pueblo
Estudios citados por el Comandante en Jefe, Fidel Castro, en fecha tan temprana como el 19 de noviembre de 1961, reflejaban que solo el 0,25 % de la población cubana practicaba la educación física o hacía deportes con regularidad antes del triunfo de la Revolución, en su mayoría como entretenimiento de las familias ricas en clubes o centros recreativos aristocráticos, al tiempo que deportes como el béisbol y el boxeo, se habían convertido en negocio.
La creación y crecimiento de los Consejos Voluntarios de Deportes ese propio 1961, los primeros Juegos Nacionales Escolares en 1963, la inserción de la educación física en el sistema educativo general con la ordenada formación de instructores y profesores en las escuelas Manuel Fajardo y la voluntad política de erradicar viejas prácticas y vicios en el deporte, entre otras acciones, permitieron en plazo relativamente corto convertir esa actividad en una sana práctica para todo el pueblo.
En el recibimiento a la gloriosa comitiva que nos representó en los X Juegos Centroamericanos de 1966 -la delegación del Cerro Pelado-, Fidel enfatizó: "No aspiramos a la hegemonía deportiva de un país. Aspiramos, con nuestro ejemplo, al triunfo de una idea digna del deporte, al triunfo de una idea sana del deporte, y no importaría que nuestra delegación fuese la última en medallas y en victorias si pudiéramos tener la satisfacción de ver un día que triunfa el deporte como un instrumento de la felicidad y del bienestar del pueblo".
Sin abandonar ese espíritu, a finales de la década del 70 del siglo pasado vieron la luz las Escuelas de Iniciación Deportiva Escolar (EIDE), cuya finalidad la precisó el líder de la Revolución en la inauguración del centro Mártires de Barbados, en la capital. "El fin número uno es promover con el desarrollo del deporte el bienestar y la salud del pueblo, y el fin número dos, buscar campeones. El deporte, además, es un instrumento de disciplina, de educación, de salud, de buenas costumbres. Es un antídoto del vicio".
Bajo esa filosofía, Cuba conformó su propio camino de hacer el deporte no solo un derecho, sino un deber del pueblo, en tanto crecieron los resultados competitivos internacionales con las expresiones más altas en el ascenso al primer lugar de los Juegos Centroamericanos y del Caribe desde 1970, el segundo escalón en los Juegos Panamericanos desde 1971 -logramos ser primeros en 1991- , y el quinto lugar en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, por solo citar algunas páginas memorables.
Actualización sin renuncias
En las recientes discusiones de los Lineamientos de la Política Económica y Social, previas al VI Congreso de la Partido, muchas intervenciones del pueblo estuvieron relacionadas con el deporte. No resulta para nada fortuito que el número161 retratara una actualización del DPT en el contexto nacional.
Muchos hoy persisten en ver el fenómeno con toda la amplitud que merece, desde la iniciativa más simple en una comunidad hasta lo que aún puede hacerse desde los niveles municipales, provinciales y nacional en cuanto a distribución de implementos, utilización de las instalaciones, captación de talentos y formación del profesional que guíe estas acciones, sin que ello implique relegar el deporte de alto rendimiento a un segundo plano.
La articulación cubana del DPT está llamada a ser lo más óptima posible, pues somos una nación subdesarrollada económicamente, pero con una alta conciencia de la importancia del ejercicio físico para la salud, la educación cultural de la sociedad, la formación de los jóvenes y la recreación más sana. Los ejemplos más elocuentes del Plan Turquino y los Consejos Voluntarios Deportivos destacados necesitan extenderse a todo el país con intencionalidad e inteligencia, pero sin recetas conclusivas.
Asimismo, se impone hermanar, como era antes, la educación física y el deporte en el sistema educacional, perfeccionar la entrada a las EIDE sin espacio al "sociolismo", aumentar el cuidado de las áreas disponibles y las que puedan repararse, crecer en pelotas, balones, guantes, etc cuando sea posible, al tiempo que opciones recreativas no queden como regalos exclusivos en los meses de verano.
No se trata ahora de renunciar -como escuchamos a ciertos funcionarios-, a más triunfos nacionales e internacionales que enorgullecen y forman parte de la identidad cultural de nuestro pueblo. ¿Alguien puede olvidar el segundo lugar del primer Clásico Mundial de béisbol, los jonrones de Lourdes Gourriel en 1988 o los tres cetros olímpicos de las Espectaculares Morenas del Caribe?
La idea de potenciar hoy el DPT debe partir de la génesis internacional explicada, pero sobre todo de las ideas que impulsó Fidel en 1959 y dieron como resultado un pueblo más saludable, feliz, de mayor calidad de vida y orgulloso de sus resultados deportivos. "Fue la Revolución la que hizo posible que este fuese el primer país de América donde el deporte dejase de ser una actividad comercial, mercantil, para convertirse en una actividad educacional, cultural.la Revolución liberó el deporte y lo convirtió en una sana práctica de todo el pueblo".
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