14 octubre, 2013

La elección de Ismel Jiménez




La noticia se expandió por las redes sociales y varios sitios digitales con una velocidad tal que la población todavía hoy, en la calle, a pesar de los problemas de conectividad en Cuba, muchos preguntan: ¿es cierto que se fue Ismel Jiménez?, ¿por qué siguen saliendo nuestros peloteros si ahora se les pagará más?
Para poner las cosas en orden, lo primero es que el lanzador espirituano está en Cuba, permanece entrenando para la venidera Serie Nacional con su equipo Sancti Spíritus y fue el primer sorprendido cuando en la mañana del 9 de octubre se enteró que lo daban ya en República Dominicana, a la espera de un contrato para jugar en las Grandes Ligas.
La Federación Cubana de Béisbol lo desmintió esa misma mañana y el periódico Escambray, gracias a la colega Elsa Ramos, lo entrevistó con respuestas claves: “Pienso que es una patraña de alguien que lo hace con doble intención, con la idea de desestabilizar, de joderle la vida a quien se ha entregado siempre, que es revolucionario desde muy temprana edad como yo, que lo llevo en la sangre.
“Es verdad que algunos peloteros han desertado; cada persona tiene su manera de pensar, pero eso no tiene nada que ver conmigo”, acotó el serpentinero, que aseguró trabajar en lo adelante para mantener el promedio de ganados y perdidos de por vida (107-42), y retirarse del béisbol siendo el mejor en ese departamento.
El hecho puntual, promovido por el sitio www.baseballdecuba.com, que pidió disculpas 24 horas más tarde por el rumor, no deja de levantar suspicacias. Ya no basta con las ofertas, con la aventura canallesca de sacar ilegalmente del país a muchas de nuestras mejores figuras, sino que se implementa la teoría del rumor, la creación de un clima de desconfianza para desacreditar al jugador y en último término al béisbol cubano.

A pesar de las recientes medidas de remuneración económicas, que incluyen la contratación en el exterior a través del INDER, todos sabemos que los salarios millonarios de la MLB siguen como espadas de Damócles sobre nuestros jóvenes prospectos y consagrados, quienes tienen que renunciar a la ciudadanía cubana para poder ser contratados en ese béisbol. Esa es la gran verdad, no que Cuba sigue sin abrir las puertas a sus peloteros.
Algunas ausencias habrá en la próxima campaña por intentos de salidas ilegales del país, pero los que han preferido, con todo su derecho y razones, quedarse con su serie nacional y su béisbol, merecen respeto. En cualquier otro lugar del mundo, la demanda por difamar de una figura como Ismel hubiera sido inmensa.

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