02 abril, 2012

Hablando de béisbol con Edgar Tijerino


La noche comenzó temprano para un encuentro en el que no mediaba la idea de entrevistarlo. Pero las primeras palabras con Edgar Tijerino, periodista, comentarista, narrador, otrora ministro de Deportes de Nicaragua (1979-1980) y un gran conocedor y admirador de Cuba, de su deporte y específicamente del béisbol, animaron el diálogo.
Con decenas de libros publicados y editor de un centenar de revistas, a sus 69 años trabaja todos los días incansablemente —apenas duerme de cuatro a cinco horas— y se mantiene no solo informado del acontecer deportivo, sino que le queda tiempo para leer la mejor literatura. Aunque no gusta de elogios, muchos lo reconocen como el mejor periodista deportivo en esta nación.
“Hasta los 26 años fui pobre, en mi casa no había ni televisor. Pero siempre me gustó el deporte y poco a poco comencé a leer, a superarme, a narrar béisbol y a escribir. Hoy les digo a los jóvenes que un cronista no se hace de la noche a la mañana y que deben tener cultura general, pero desgraciadamente muchos no escuchan esos consejos”, señaló Tijerino, quien escribe una columna diaria para el periódico El Nuevo Diario.

Sin embargo, la pasión por nuestro béisbol se robó rápido parte de la noche. Conocedor profundo de la pelota profesional que se jugó en nuestro país (antes de 1959) y de la que vino después, Tijerino recordó sus varias visitas a Cuba, tanto para cubrir importantes eventos —el último de ellos, el campeonato mundial del 2003—, como para vacacionar con su familia.
Por supuesto, hablar del torneo del orbe, celebrado en 1972, en la capital nica, resultó inevitable. “Ese evento cambió el curso de la historia del béisbol en el mundo, y así lo escribí y lo sostengo. Cuba, sin apelaciones fue el mejor equipo con Capiró, Isasi, Puente, Marquetti y Vinent, por solo mencionarte algunos. Era una maquinaria casi perfecta frente a Japón, Estados Unidos y el resto”.
Salpicando anécdotas, Tijerino recordó la comparación que hizo por esos años entre Capiró y el boricua Roberto Clemente, sobre quién pudiera tirar mejor desde el jardín derecho hasta la tercera base. “Eso me costó varias discusiones personales con Clemente, quien nunca perdonó que lo igualaran con un pelotero amateur”.
Relator de boxeo y béisbol en Campeonatos Mundiales, Juegos Centroamericanos y del Caribe, Juegos Panamericanos, Copas Intercontinentales, entre otros muchos certámenes, repasó brevemente nombres antes de responder qué pelotero cubano le ha impresionado más. “Isasi, Cheíto, Muñoz, Linares, Kindelán fueron estrellas, pero Luis Giraldo Casanova era el mejor, el más completo, un fuera de serie”.
Sobre las actuaciones más recientes y la proximidad del Clásico Mundial también opinó. “Estuve en Puerto Rico en el primero que se celebró, en el 2006, porque Cuba iba a jugar allí. Sufrí y disfruté con ustedes los reveses y la alegría de aquel segundo lugar. Esa edición fue mejor que la segunda. Para el 2013 pienso asistir a la Serie del Caribe, en Hermosillo, si finalmente deciden participar. Todos estamos esperando su reincorporación, porque serían favoritos al oro. No tengo dudas”.
Tijerino reconoce que ya va poco a los estadios, aunque se mantiene informado a través de Internet, no solo de béisbol —la pasión nicaragüense—, sino de fútbol, boxeo, atletismo, por solo mencionar cuatro disciplinas reinas. Ahora es él quien pregunta: “¿Vive aún Conrado Marrero? ¿Qué están haciendo Miguel Cuevas, Lourdes Gourriel, Antonio Pacheco…?”
Antes de marcharnos de su casa, otros recuerdos vuelven a su memoria prodigiosa. Casi se atreve a describir las carreras de Alberto Juantorena en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976 y en los Centroamericanos de La Habana 1982. “Con el respeto de algunos, para mí es uno de los más grandes deportistas de Cuba y del mundo”.
El diálogo hubiera podido ser interminable, pero a las 12 de la noche se imponía el descanso. Sí quedó tiempo para conocer su envidiable biblioteca, fotos de su familia y los nuevos proyectos en que trabaja. Aceptó entonces que intentara reseñar sus palabras, consciente de que el privilegio de hacerlo es menor a la sencillez y amor al deporte que ha sembrado por más de cuatro décadas este nicaragüense.

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