A solo unas horas de que el majestuoso estadio Luzhniki, en
la capital rusa, viva la inauguración oficial del 14 campeonato mundial de
atletismo, varias son las interrogantes populares sobre lo que podrá hacer Cuba
en la tercera cita deportiva más importante del planeta, solo superada por las
Copas Mundiales de Fútbol y los Juegos Olímpicos, por ese orden.
Con una comitiva real de 24 atletas —finalmente Ernesto Revé causó baja por lesión—las más claras oportunidades de preseas se centran entre seis y siete nombres, aunque para ser más preciso en el análisis y en el esperado pronóstico, de esos posibles candidatos solo tres han hecho méritos esta temporada para apostar por un podio en una cita marcada de antemano por el dopaje de algunas figuras cumbres, el bajo rendimiento de otros estelares y la pugna entre Estados Unidos y Rusia por el primer lugar del certamen.
Pero volvamos a Cuba. Sin rebuscar tantas estadísticas y sí argumentos convincentes, la subcampeona olímpica del salto con pértiga, Yarisley Silva, y el monarca universal juvenil en triple salto, Pedro Pablo Pichardo —ambos líderes de sus respectivas modalidades este 2013— son nuestras cartas principales para aspirar al oro número 20 de Cuba en estas lides, premio máximo que acariciamos siempre desde Stuttgart 1993 hasta Berlín 2009, y que se vio interrumpido en la anterior cita de Daegu 2011, cuando regresamos sin ese metal a La Habana, solo con una plata y tres bronces.
Silva se ha consolidado como la mejor de su especialidad a fuerza no solo de
sus 4,90 metros
(récord personal), sino de vencer a las más consolidadas, veteranas y grandes
pertiguistas de la temporada, así como derrochar talento en cada salida. No
aseguro que repetirá o mejorará su faena olímpica, pero es la más cercana de
todos los antillanos a la diadema dorada.Con una comitiva real de 24 atletas —finalmente Ernesto Revé causó baja por lesión—las más claras oportunidades de preseas se centran entre seis y siete nombres, aunque para ser más preciso en el análisis y en el esperado pronóstico, de esos posibles candidatos solo tres han hecho méritos esta temporada para apostar por un podio en una cita marcada de antemano por el dopaje de algunas figuras cumbres, el bajo rendimiento de otros estelares y la pugna entre Estados Unidos y Rusia por el primer lugar del certamen.
Pero volvamos a Cuba. Sin rebuscar tantas estadísticas y sí argumentos convincentes, la subcampeona olímpica del salto con pértiga, Yarisley Silva, y el monarca universal juvenil en triple salto, Pedro Pablo Pichardo —ambos líderes de sus respectivas modalidades este 2013— son nuestras cartas principales para aspirar al oro número 20 de Cuba en estas lides, premio máximo que acariciamos siempre desde Stuttgart 1993 hasta Berlín 2009, y que se vio interrumpido en la anterior cita de Daegu 2011, cuando regresamos sin ese metal a La Habana, solo con una plata y tres bronces.
El otro con impresionante palmarés y de atributos perfectos
para un título del orbe es el joven Pichardo, debutante en estas citas, pero
con una marca de 17,69
metros que nadie ha podido lograr este 2013. Es una
modalidad tradicionalmente medallista para nuestras comitivas y el mayor reto
será que él pueda controlar la presión que ejerce siempre competir en un evento
tan impresionante.
En un tercer orden de posibilidades de preseas hay que
contar con la discóbola Yarelis Barrios, tres veces consecutivas medallista
mundial y que pospuso un retiro anunciado para luchar con todas sus fuerzas y
experiencia en Moscú. Persiste en el trío de vanguardia de su compleja y
técnica especialidad y lo más importante, es de esas atletas que crece hasta el
delirio con el transcurso de la competencia.
Fuera de estos tres “sembrados a medallas”, aparecen
entonces con las mayores complacencias de especialistas y aficionados cuatro
atletas que ya conocen los podios mundiales, pero han sido perseguidos por
lesiones recientes o no han tenido esta temporada resultados sobresalientes
como para apuntalarlo entre los favoritos: el decatlonista Leonel Suárez, el
jabalinista Guillermo Martínez, la martillista Yipsi Moreno y el pertiguista
Lázaro Borges.
Leonel es una incógnita tras no haber intervenido en ninguna
lid desde la clausura de los Juegos Olímpicos por lesiones continuas, pero sus
contrarios lo respetan sobremanera. Guillermo siempre le pone un extra en cada
disparo —sobre todo si llega a finales—, pero persiste la duda también por su
forma física tras varias molestias en los últimos meses.
En el caso de la tricampeona mundial del martillo —hace muy
poco le dieron el cetro de Helsinki 2005 donde había sido plata— pocos la dejan
fuera de las 12 finalistas, pero hablar de podios exigirá un esfuerzo supremo
de ella en medio de rivales que hoy exhiben mejores marcas. Finalmente Borges,
plata hace dos años en Daegu, no ha logrado reencontrarse con sus momentos más
brillantes, pero ya declaró que irá paso a paso y esa confianza en sí mismo le
asegura no pocas esperanzas.
Puedo parecer pesimista, pero del resto de la comitiva
antillana no debemos esperar medallas, aunque sí ubicaciones entre los ocho
primeros, lo cual daría puntos importantes para la clasificación final que
decide los lugares por países. Entre ellos pueden figurar Orlando Ortega en los
110 con vallas, Omar Cisneros en los 400 con obstáculos, Yorgelis Rodríguez en
el heptalón y alguna de las discóbolas: Yaimé Pérez o Denia Caballero.
Ojalá me equivoque, pero el resto de los integrantes cubanos
al mundial en Luzhniki no deben pasar de las semifinales, aunque sus marcas son
las exigidas por la Federación
Internacional de Atletismo para haber llegado hasta allí. En
el deporte rey son pocas las sorpresas que se dan en el camino a una medalla, y
menos a un título. Otra vez para Cuba las opciones en el campo serán más
grandes que en la pista, en medio de una renovación interesante y de las bajas
personales de Yargelis Savigne y Dayron Robles, otroras estrellas de nuestras
embajadas atléticas.
Y vuelvo a la pregunta inicial. Un entorno de cuatro a cinco
preseas, con una dorada incluida, sería una actuación equilibrada para Cuba,
empeñada en seguir entre las diez potencias del deporte rey en el mundo. ¿Coincide
usted con este vaticinio?
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