Doce largos años tuvo que esperar el equipo Capitalinos para volver a levantar el título de campeón de la Liga Superior de Baloncesto, concluida este sábado en la Sala Polideportiva Giraldo Córdova Cardín, con el triunfo 72-63 sobre sus rivales avileños.
Desde el inicio del quinto partido, los giraldillos mostraron su intención de definir el play off en tierra de los llamados “Búfalos”, para lo cual aprovecharon todos los errores de sus adversarios, incluida la pobre defensa debajo de los tableros y una baja efectividad en los tiros de campo, en tanto Alexis Lavastida se reafirmaba como líder indiscutible a la ofensiva por los nuevos monarcas.
Antes del descanso parcial de los primeros 20 minutos, los avileños reaccionaron y lograron pegarse en el marcador (41-38), algo en lo que mucho tuvo que ver la entrada a la cancha de William Granda, sin duda, en el mejor partido de la final, con canastas importantes dentro y fuera del perímetro.
Ya para el tercer cuarto, las acciones parecían más parejas —a tono con la calidad de ambos equipos— y se vislumbraban 10 minutos finales muy tensos, tal y como habíamos podido presenciar en toda la serie. El marcador 54-52 favorable a los anfitriones animó mucho más la rivalidad, pero una vez más quedó poco espacio para las improvisaciones cuando de baloncesto se trata.
Los muchachos de Miguel Calderón expusieron por qué son los mejores en el cuarto parcial y con una defensa a presión, certeros disparos desde fuera del perímetro, creatividad a la hora de armar las acciones ofensivas y una explosión y velocidad de su quinteto regular, desarticularon a su contrario y con ello dominaron el pleito, a la par que se alzaban con el cetro esperado.
En breves declaraciones a la televisión local, Miguel Calderón reconoció el triunfo de todos sus jugadores como un regalo a la capital del país, en tanto valoró que sus rivales tienen gran calidad, pero “nosotros jugamos mejor y por eso merecíamos esta victoria”, dijo el reconocido preparador, artífice de las cinco coronas conseguidas de 1994 a 1998, por una generación de baloncestistas que hicieron historia como los de ahora.
De esta manera, Capitalinos se despegó de los avileños en cuanto a los títulos acumulados, pues ambos sumaban cinco; en el caso de los Búfalos del 2004 al 2009. Los otros dos conjuntos que han ganado doradas en las Ligas Superiores de Baloncesto son Orientales y Centrales, ambos con tres.
De las 17 finales jugadas desde el inicio de estos certámenes en 1993, los representantes de la capital del país han intervenido en 12 ocasiones, con seis coronas e igual cantidad de segundos lugares, en tanto acumulan dos terceros puestos.
El máximo torneo del baloncesto cubano concluyó con más aspectos positivos que negativos, aunque una idea parece iluminar el futuro de las canastas: todo lo que contribuya al espectáculo es bueno y estamos prestos a mejorar. Para los Capitalinos los mayores aplausos, pues junto a Industriales han dejado el mejor saldo deportivo para su provincia en mucho tiempo.
17 abril, 2010
03 abril, 2010
!Y todo fue pasión!
Las últimas horas vividas en la gran final de la pelota cubana y el recibimiento desbordante y sin precedentes del pueblo de la capital a sus campeones Industriales, son quizás el mejor reportaje que podemos exponer hoy a nuestros lectores.
El mérito de los Industriales no estuvo ni siquiera en su duodécima corona, ni en el renacer de un equipo que tuvo una etapa clasificatoria regular y un play off de ensueño. Su mayor virtud recayó en haber propiciado, junto al equipo de Villa Clara, el empujón necesario e imprescindible al béisbol cubano, el mejor de América no por sumas millonarias, sino por calidad, entrega y amor de sus peloteros.
Tuve el honor de acompañar a la tropa de Germán Mesa desde el inicio del recorrido en el Cotorro hasta el Parque 13 de Marzo, en La Habana Vieja. Para jugadores, directivos y veteranos industrialistas las miles de personas que salieron espontáneamente a las calles —hay cálculos que hablan de medio millón— es algo que supera todo lo vivido en estos 49 años de béisbol, incluido el recibimiento a nuestra selección nacional después de su medalla de plata en el primer Clásico Mundial.
Emociones hubo por doquier en las tres horas del apurado periplo. Desde las iniciativas más simpáticas, hasta los abrazos, besos y delirios que vivían las personas con sus jugadores, sus “industrialistas”. Cuatro Caminos, Virgen del Camino, Calzada de Luyanó, Malecón habanero, calle 23, Prado capitalino, por solo mencionar algunos lugares de la capital que se paralizaron al paso de la caravana de carros descapotables, con la formación regular y el director Germán Mesa y un tren de paseo que transportaba al resto del equipo.
Fue esa misma masa de pueblo la que detuvo el paso del tren —averiado por falta de fuerza para subir una empinada calzada— y provocó el traslado sorpresivo y tumultuoso para el ómnibus oficial del equipo azul, justo cuando un río humano de personas se apoderaba, alentada por la emisora local, de todas las arterias de la ciudad, en tanto carros, camiones y todos los medios de transporte se sumaban al jolgorio con el sonido de su claxon.
Y claro, había más sorpresas, cariño y devoción de los seguidores. Vestidos en un mar de gorras y camisetas azules todos corrían entonces al lado del ómnibus, tirándoles fotos a sus ídolos, tal y como pudiera experimentarse ante un concierto esperado de artistas famosos. Ellos eran famosos, pero con bate, pelota, fildeos, jonrones, con la pasión de todos los cubanos: el béisbol.
Solo al final del recorrido, en un lugar histórico, el Parque 13 de Marzo, frente al antiguo Palacio Presidencial, hoy Museo de la Revolución, se reunieron más de 20 mil personas para saludarlos, cantar con ellos el coro: “Oye, que Industriales sí”, seguido por la actuación rápida del popular dúo de reguetón Gente de Zona, que calentó el ambiente a niveles poco creíbles para los que no habían visto todo lo sucedido desde tres horas antes.
No valdría la pena concluir esta crónica sin reconocer que esta furia azul, capaz de contagiar a todo un pueblo durante la tarde del 1° de abril —miles de personas se quedaron sin saludarlos por un cambio del trayecto para ser puntuales en el acto final—, será uno de los acontecimientos socioculturales más grandes en la historia de la capital cubana.
Sirva entonces todo lo vivido, la rivalidad de los ocho finalistas en la postemporada del béisbol cubano y el apoyo popular en cada provincia donde se jugó, como señales positivas y luces mágicas para celebrar en noviembre venidero el aniversario 50 de las series nacionales de béisbol.
¡Todo fue pasión!, ¡pasión y amor!
El mérito de los Industriales no estuvo ni siquiera en su duodécima corona, ni en el renacer de un equipo que tuvo una etapa clasificatoria regular y un play off de ensueño. Su mayor virtud recayó en haber propiciado, junto al equipo de Villa Clara, el empujón necesario e imprescindible al béisbol cubano, el mejor de América no por sumas millonarias, sino por calidad, entrega y amor de sus peloteros.
Tuve el honor de acompañar a la tropa de Germán Mesa desde el inicio del recorrido en el Cotorro hasta el Parque 13 de Marzo, en La Habana Vieja. Para jugadores, directivos y veteranos industrialistas las miles de personas que salieron espontáneamente a las calles —hay cálculos que hablan de medio millón— es algo que supera todo lo vivido en estos 49 años de béisbol, incluido el recibimiento a nuestra selección nacional después de su medalla de plata en el primer Clásico Mundial.
Emociones hubo por doquier en las tres horas del apurado periplo. Desde las iniciativas más simpáticas, hasta los abrazos, besos y delirios que vivían las personas con sus jugadores, sus “industrialistas”. Cuatro Caminos, Virgen del Camino, Calzada de Luyanó, Malecón habanero, calle 23, Prado capitalino, por solo mencionar algunos lugares de la capital que se paralizaron al paso de la caravana de carros descapotables, con la formación regular y el director Germán Mesa y un tren de paseo que transportaba al resto del equipo.
Fue esa misma masa de pueblo la que detuvo el paso del tren —averiado por falta de fuerza para subir una empinada calzada— y provocó el traslado sorpresivo y tumultuoso para el ómnibus oficial del equipo azul, justo cuando un río humano de personas se apoderaba, alentada por la emisora local, de todas las arterias de la ciudad, en tanto carros, camiones y todos los medios de transporte se sumaban al jolgorio con el sonido de su claxon.
Y claro, había más sorpresas, cariño y devoción de los seguidores. Vestidos en un mar de gorras y camisetas azules todos corrían entonces al lado del ómnibus, tirándoles fotos a sus ídolos, tal y como pudiera experimentarse ante un concierto esperado de artistas famosos. Ellos eran famosos, pero con bate, pelota, fildeos, jonrones, con la pasión de todos los cubanos: el béisbol.
Solo al final del recorrido, en un lugar histórico, el Parque 13 de Marzo, frente al antiguo Palacio Presidencial, hoy Museo de la Revolución, se reunieron más de 20 mil personas para saludarlos, cantar con ellos el coro: “Oye, que Industriales sí”, seguido por la actuación rápida del popular dúo de reguetón Gente de Zona, que calentó el ambiente a niveles poco creíbles para los que no habían visto todo lo sucedido desde tres horas antes.
No valdría la pena concluir esta crónica sin reconocer que esta furia azul, capaz de contagiar a todo un pueblo durante la tarde del 1° de abril —miles de personas se quedaron sin saludarlos por un cambio del trayecto para ser puntuales en el acto final—, será uno de los acontecimientos socioculturales más grandes en la historia de la capital cubana.
Sirva entonces todo lo vivido, la rivalidad de los ocho finalistas en la postemporada del béisbol cubano y el apoyo popular en cada provincia donde se jugó, como señales positivas y luces mágicas para celebrar en noviembre venidero el aniversario 50 de las series nacionales de béisbol.
¡Todo fue pasión!, ¡pasión y amor!
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